martes, 29 de noviembre de 2011

El Perfume



Llevo tiempo dándole vueltas a la cabeza para insertar un post referente a los perfumes y su relación con la moda o el estilo.





Incluso la otra noche que me costaba trabajo quedarme dormida, estuve tentada de levantarme y redactar el artículo que mentalmente tenía acabado. Craso error no tener papel y lápiz en la mesilla de noche, porque las mejores ideas no entienden de horarios y a la mañana siguiente: plof! Todo intento de ponerlo en pie fue en vano.


Y todo vino por una amiga y compañera que anda un poco negra con la falta de correlación que hay entre su cuerpo y la disponibilidad de tallas existentes en el mercado que no la hagan vestir como buenamente pueda con lo que encuentre. Y ella que es muy ocurrente, me suelta un día eso de, “pues las personas que no podemos vestir con ropa bonita y con estilo, por lo menos el glamour lo tenemos con el perfume que llevamos”.


Y qué razón tiene. No hay mejor forma de empezar uno el día antes de salir de casa, que perfumarse para envolverse en ese otro yo que habla de nosotros sin decir nada.




Y no hay mejor cosa que diga algo de la personalidad de uno, como el perfume que lleva. Como si del mejor traje del atelier más exclusivo se tratara, una persona se te queda grabada en la memoria por el aroma que desprende, y no estamos hablando sólo de las tan mencionadas feromonas que deben ser como la fe, que se tienen pero no se ven, y que al parecer son las que hacen que en una u otra persona huelan de forma diferente las fragancias. O entonces sí estamos hablando también de ellas. O de un cúmulo de las dos cosas.

Y al hilo de que se acerca la Navidad y que uno de los regalos más recurrentes suele ser el típico frasco de perfume, me he decidido a dejar una serie de impresiones al efecto.



Empecemos con algo que a mí me marcó mucho de pequeña. Leer El Perfume (Patrick Süskind). No sé si es que una se mete en los libros como si fuera la protagonista, de lo fantasiosa que he sido siempre, pero el caso es que mi sentido olfativo parecía que se me hubiera desarrollado más. (No al extremo del libro, pero casi). Supongo que debe ser que hasta que uno no se para a pensar en la cantidad de sensaciones olfativas que nos rodean, no se es consciente de ello. Dicen que el ser humano tiene este sentido más atrofiado que el de cualquier otro animal de la naturaleza y a lo mejor si se adiestra, algo recuperaremos.



Después cae en mis manos un artículo sobre Marilyn que decía que eso de que ella dormía sólo con unas gotas de Chanel nº5, nanai de la China. (¿Campaña de marketing firmada en exclusiva por la rubia platino con la casa francesa?). Parece ser que lo que usaba era un perfume llamado Joy , creado por Jean Patou, modisto de la época, que ideó el perfume para hacer frente al crack de Wall Street en 1929, de ahí su nombre “Alegría”. Ya me parecía a mí raro, porque siendo el aroma que relaciono con mi madre, ella y Marilyn poco tienen que ver. Si lo hubiera usado Twiggy, a lo mejor…

Y ahora ando liada con la idea de cambiar de perfume, y me da por investigar cuáles son los componentes del mismo, y aparte de agua de rosas, tiene una serie de ingredientes que llevan de base la mayoría de las fragancias que se comercializan: Por ejemplo el almizcle, utilizado para fijar la esencia del perfume. Dicen que hoy en día es sintético, pero en origen debe su nombre al ciervo almizclero, y a una glándula suya de la que salía esta sustancia y que al parecer tenía poderes excitantes, aparte de funciones de conservación del aroma. Y también lleva de componente Ylang-Ylang…y a mí que esto me sonaba a bar de copas y resulta que es una planta del Pacífico Sur que mejora la hipertensión y se considera un afrodisíaco.

En definitiva que una cosa tan sencilla como perfumarse, puede convertirse en una operación de estrategia sensual, y yo sin saberlo…